miércoles, abril 05, 2006

Romantic Balloons


¿Con la iglesia hemos topado? En absoluto. A pesar de que ciertos sectores lo engloben como una 'Christian Band' al uso y que Ronnie Martin, o lo que es lo mismo, Joy Electric, se considere cristiano practicante, lo único realmente tácito y verdadero es que lleva más de una decada regalándonos discos de ''sólo voz y sintetizador'' como a él le gusta calificarlos. Once discos, más un surtido variado de singles y eps repletos de sonidos burbujeantes, de bleeps, buuuzs, clicks y demás onomatopeyas espaciales con las que construye canciones melódicas, ligeras y pegadizas, siempre echando mano de cacharrería antigua.
Acaba de editar un mini-álbum conceptual, "Montgolfier and the Romantic Ballons" con el que quiere rendir homenaje a los creadores del globo aerostático. Consta de dos partes bien diferenciadas: la historia propiamente dicha (cinco cortes que oscilan entre la melodía naif de "The Romantic Balloons", la válvula gaseosa"The Fifht Point of The Compass" la lastimera (y breve) "You Forget", el acercamiento a tierras y maneras islandesas en "At Last, An Atlas"y la bailable "The Brass Stopped Before The Second Moving". La segunda parte se compone de remezclas de tres temas contenidos en su último larga duración "The Ministry of Archers" de la mano de Freezepop, Travelogue y Goodnight Star. Y un regalo, la inédita "Octuplet Down", electro festivo y saltarín para terminar el EP con una grata sonrisa. Esperamos ansiosos su inminente nuevo álbum

Etiquetas para la soledad


Owen Asworth
tiene veintiocho años, como yo, y estudia cine, como yo. Yo estudié producción. pero él seguro que estudia algo más romántico, como el guión, o incluso el atrezzo, porque eso de fijarse en lo que llevan puesto ella o él es muy de detallista, ¿no? Y los románticos son detallitas. El joven Asworth, que de seguro pasa(ba) mucho tiempo en casa, en su dormitorio, escuchando a The Magnetic Fields y los 6ths, descubrió bajo la cama ese PT1 que le regaló papá noel, y viendo que no había nadie más a su alrededor, se dió cuenta de que estaba muy solo, y que encima sostenía entre las manos un casiotone. Casiotone For The Painfully Alone nacía. Un día, más concretamente del año noventaysiete, se dedico a aporrear su teclado de casijuguete, lo grabó todo en un cuatropistas y, dos años más tarde, el en noventaynueve por si no quieren echar cuentas, el sello de electrónica experimental Tomlab lo miró de frente y le edito "Answering Machine Music" y en el dosmiluno "Pocket Symphonies for Lonesome Subway". Como eran dos disquitos tan cortos, el sello lo ha editado recientemente en uno solo, como ya hicieran nuestros Green Ufos con los dos primeros trabajos de The Russian Futurists. Sonaban a grabación casera, que es lo que eran, sin duda, pero repletas de hermosura sincera y oculta, a la que había que acceder liberados del yugo del prejuicio que emanan esos soniditos infantiles y torpes, esos accesos de percusión saturados, ese modo de encarar el synthpop como si acabaras de comenzar a leer el Micho.En el dosmiltres editaba también de la mano de Tomlab su tercer disco, "Twinkle Echo" que continuaba exprimiendo los (limitados aunque tremendamente efectivos) recursos con que contaba. Sin embargo, cuando aún no nos habíamos olvidado de él, y en nuestras charlas salía a relucir su nombre con el típico ''¿dónde andará?", se alía con más musicos, y por consiguiente, con más instrumentos del tipo flauta, cuerda, guitarras con pedal steel, para facturar "Etiquette", su disco más completo de nombre más breve. Una docena en treinta minutos, de entre las que sobresalen "Scattered Pearls" (¿alguien más añoraba a Figurine?), "Nashville Parthenon" y su guitarra llorona, "New Year´s Kiss", típico CFTPA pero con piano ''de verdad'', o "Young Shields" por la que matarían The Postal Service para su nuevo disco.Pasen y contemplen una merienda entre una señorita y su cocodrilo, adentrense en la singular timidez de Casiotone For The Painfully Alone. Merece la pena sentirse solo si le tenemos a él.

La nueva obrita de Josh Rosue


Josh Rouse, un cantautor bajito y de ojos azules, antes residente de esa ciudad de Tennessee llamada Nashville en la que seguro se hace mucha más música aparte de country, lleva bastante tiempo trayéndonos a casa su particular visión de la musica: un pequeño mueble en el que caben casi todos los sonidos amables del pop acústico y el soul, a veces entroncando con el folk, otras con la americana dulce, pero siempre con la melodía suave y cristalina de por medio. Pues resulta que nuestro Rouse dejó a su mujer, quién sabe cual fue el motivo, despues de parir aquel bonito "Nashville" y se vino a vivir al sur de Europa, a este nuestro país llamado España, a un pueblecito de la costa de bello nombre, Altea. Dió algunos conciertos, arropado por seguidores incondicionales que coreaban cada una de las canciones, y como quién no quiso la cosa le entrevisté, él con gripe y yo con mi nefasto inglés. Me contó que estaba feliz en su pueblecito y que cada día paseaba e iba a comprar el pan, y que le gustaba la gente de España. Ah, y que su ultimo disco iba a ser muy calido e iba a tener influencias brasileñas.A esto que el veinte del reciente finalizado mes de marzo entregó su nuevo retoño llamado "Subtítulo". Y de seguro todos y cada uno de nosotros vamos a entender a la perfección la decena de cortes que la componen: una pequeña parte de su reconfortada recuperación se puede rastrear en las notas, las cuertas, la pedal steel; en los aires bossanova de "Summertime" o "His Majesty Rides" (fuiste sincero, amigo Rouse), las cuerdas veraniegas de "Givin´It Up", el homenaje blanquecino, de pared blanca rural en "Quiet Town", las punzadas delicadas a la acústica de "Jersey Clowns"... Josh ha diseñado treinta y tres minutos para decirle al mundo que es feliz a pesar de tener la mirada azul, y de que se puede y se debe ser feliz, teniendo talento para decir tanto, con tan poco.