miércoles, octubre 11, 2006

Parade "Todas Las Estrellas"


Mire usted, le voy a ser muy claro: soy hipersensible, me emociono con los documentales de la 2, aquellos en los que se comen a los pingüinos. Lloré hasta quedarme seco con "Inteligencia Artificial" (sí, soy de esos a los que les gusta el final) y cualquier nimiedad me afecta. Un día, estando yo divagando a través mis pensamientos, intente cavilar en la razón del porqué a ciertos tipos de personas nos gusta más un género que otro, porque a ti te emociona el heavy metal y a mi el pop. Pues no se, pero creo que mi pasión por el pop en sus milypico de ramificaciones (synth, electro, indie, melódico, beat, dream, yeyé) es debido a mi hipersensibilidad. Yo me emociono con historias de amor que se desarrollan en la infancia, como la que nos cuenta Corazón en María Del Mar, o la de Carlos Baila de Family...me emocionan las Amenazas de La Dama Se Esconde, el Motor de Los Planetas, las Calles y Avenidas de La Buena Vida, el Fan de La Casa Azul. Y me emociono con las canciones que hace Antonio Galvañ, que es lo mismo que decir Parade. Aunque claro, sus alumnos (porque Antonio es profesor de música, sí, el mismo que nos daba la tabarra con la flauta cuando éramos nenucos, según él mismo en el blog Se Feliz, acepta el silicio que alberga el sello Spicnic) se referirán a él como ''maestro'', o como ''maestro Antonio''. No sé si alguno le habrá dicho alguna vez ''Parade, ¿Puedo ir al servicio?''
El caso es que a mí me emocionan sus historias, y me emociona su persona aparentemente adusta sobre el escenario aunque permanentemente tierna, parapetado tras el teclado o el piano. Parade le canta a esas cosas que nadie le canta: a los zombies, a las manualidades con palillos, a cuando nos enamorábamos de personajes imposibles a través de los tebeos, de marionetas hechas personas, o al reves, de exoesqueletos, del último hombre vivo, de Flora Rostrobruno, de erizos despechados y picnics alienígenas. El imaginario personal de Antonio se encuentra lindando siempre con la ciencia ficción, con los homenajes directos a Ray Bradbury, Richard Matheson o quizás involutarios, como la ya citada Inteligencia Artificial (escuchen, si no, Exoesqueleto). Es sencillamente el profesor que todos querríamos (al menos yo) haber tenido de pequeños. Uno al que contarles las historias que se quedaban enmarañadas en nuestra cabeza, justo antes de acostarnos. Él habría hecho alguna canción con esa historia.
En el mes de septiembre salió a la venta Todas Las Estrellas. Lo compré religiosamente con mi chica granadina, pues es una gran seguidora de Antonio. Yo había ya escuchado gran parte del disco debido a su actuación el pasado verano de 2005 en el ciclo NOCTURAMA. Recordaba vivamente El Último Hombre Vivo, cuya melodía me dejo hipnotizado (por cierto Antonio, ¿Cuáles eran los dibujos que ilustraban esa canción? ¿Sr. Rossi?) y alguna que otra, como la genial Flora Rostrobruno. Y la verdad es que el disco pintaba muy muy bien. Una vez escuchado, y escuchado y vuelto a escuchar, sólo puedo decirte "gracias", como ya te dije personalmente al finalizar tu recital de Sevilla. Todas las Estrellas son doce canciones en unos ajustados 36 minutos y 37 segundos. Estas son, una a una:

  • Todas las estrellas: Porque si alguna se camuflara en lo negro del cielo, la iluminaría a base de besos para hacer que se fuese contigo. Un piano nocturno basta para mecernos y asomarnos al balcón del amor fugaz, eterno, intermitente e instantaneo. Y los coros...ay, los coros...

  • Estación Espacial: Los cielos de noche son bonitos, y los de Madrid también, mucho, que yo los he visto. Y el himalaya también, que es blanco y limpio. Yo surco el cielo y simplemente me conformo con mirar hacia abajo, que aquí en la estación espacial se está muy bien, escuchando a Bowie. Entre la luna y la tierra, lo tengo todo. Un pequeño medio tiempo en el que la cuestión de la falta de gravedad no le viene a los huesos nada mal.

  • Cuando Besó A La Cosa Del Pantano: Algo de ritmo para reivindicar los amores imposibles, el amor fou de la bande dessine, el qué más da si a mi me gusta lo verde. Ella lo vió hermoso y no dudó en darle un beso, aunque nadie lo quisiera creer. Ni es un monstruo, ni le hace falta ser humano. El cambio de ritmo es de campanillas. Perfecta.

  • Determinista. Sí, el destino existe, nada pasa sin querer. Algunas veces la usamos de excusa por si salen las cosas mal, o al reves, es que lo merecíamos, esto me ha pasado porque me tenía que pasar. El destino nos modela como a las piedras del río. Y desde el llanto, todos nos reímos del libre albedrío.
  • Flora Rostrobruno. Una canción que es un cuento adulto para niños, o un cuento infantil para adultos. Quien le iba a decir a la bruja que se enamoraría del pequeño. Antonio y su piano nos embelesa con esta historia triste de venganzas con una parte intermedia que haría las delicias de mi sobrinita (y esto lo digo con toda la buena intención del mundo)

  • Algo Mejor Que Hacer. En algun momento siempre dejamos para después las cosas importantes. No tengo ni idea de porqué, pero es un hecho. El decirle a alguien que se le quiere, un abrazo, una palabra bonita.

  • La Cena Del Sr. Lobo. De lobos andamos sobrados. "La Cena Del Sr. Lobo" contiene, y van, un estribillo perfecto. Una canción protesta (según el propio Galvañ), para que cada cual piense en el Sr. Lobo que quiera, ese animal que desproteje a su familia y no se da cuenta del daño que hace.

  • ¿Y Usted Qué Sabe Hacer?. Yo, con palillos, loctite y voluntad, te doy las estrellas y salgo en TV. Todo se consigue con un poquito de voluntad. Aquí Antonio canta como los ángeles. Como los de Nôtre-Dame, que es una catedral, ¿sabe usted?

  • Autopistas Elevadas. Para creer en ti subiré carreteras empinadas, escaleras de cristal o montes nevados. Para que por fin me pasen las cosas que le pasan a todo el mundo.
  • El Último Hombre Vivo. ¡¡Que gran canción!!. Ya nadie queda distinto, y si antes lo raro era ser un niño zombi, ahora lo normal es justo eso. No quiero votar a tu partido, ni jugar contigo al futbol, en TV solo ponen carne cruda (que perfecta metáfora). Pues no, no es nada divertido ser el último hombre vivo. Y a estas alturas...

  • Miskatonic Universidad. ¡Cuantos hemos soñado con una universidad así! (aunque en mi caso hubiese preferido un colegio o instituto). Ahora que eso del acoso está tan de moda y es más viejo que el dinero, un lugar como ese sería ideal, en donde todos los raros pequeñitos podríamos haber hablado de lo que hubiesemos querido. Por soñar, que no quede. Aunque claro, que exista únicamente para que haya gente normal y se puedan reír de nosotros...

  • Un Paseo Por Mi Cabeza. Yo te agarro de la mano y te llevo a mi cabeza para que resuenen más coros y melodías bonitas.

Todas Las Estrellas es un pequeño tesoro hecho con extrema dulzura. Y se nota. Antonio debe tener un corazón inmenso para parir canciones tan inmensamente bonitas como las que hace. Es un niño grande que se rodea de los pequeños para que no le falte la inspiración. Pues sí, ojalá hubiese sido mi profesor para inundarlo de aquellas historias que me venían de pequeño, y que se perdieron sin solución en algún recodo del tiempo. De nuevo, gracias, Antonio, porque el legado de la memoria infantil, en algún modo, siga vivo.