martes, octubre 10, 2006

La Habitación Del Niño


Parece increíble, pero es cierto, completamente cierto. La industria (risas) cinematográfica española tiene que apoyarse en mastodónticos proyectos tan fallidos y repletos de ínfulas como Alatriste para inyectar sus arcas. Y, sin embargo, una propuesta que podría haber dado tanto juego en taquilla como estas Películas Para No Domir se vean relegadas al estreno directo en DVD y al pase televisivo en TeleCinco. Narciso Ibañez Serrador ya en su momento creo aquel mítico Historias Para No Dormir que mantuvo insomnes a todos los españoles durante la segunda mitad de la década de los sesenta. Y para esta nueva tanda de seis largometrajes (La Habitación Del Niño dura setenta y cinco minutos) se ha rodeado de alguno de los mejores directores autóctonos del cine ''de género'', (léase Enrique Urbizu o Álex De La Iglesia) para intentar que las nuevas generaciones que no pudimos disfrutar de aquellas historias, tengamos nuestro propio reflejo televisivo contemporaneo. Dicha la introducción de rigor, he de decir que el primer capitulo de la tanda, titulado como ya he dicho La Habitación Del Niño es tremendamente efectivo, competente y sobrio. Magníficamente realizado por un Álex De La Iglesia contenido (jamás le haremos caso a un movimiento espasmódico de cámara, o a ningún tipo de efectismo visual al que sí que ha acudido en alguna ocasión a lo largo de su filmografía) y con un elenco interpretativo sin tacha (Javier Gutierrez lo borda, Leonor Watling simplemente no molesta, que ya es un logro, y unos secundarios de lujo, entre los que se encuentran Antonio Dechent en su papel de canalla sardónico de siempre, María Asquerino y Sancho Gracia). La historia es una vuelta de tuerca al manido terreno de las casas encantadas: una pareja con un bebé se instala en una casona enorme y una de las noches escuchan ruidos raros en la habitación del niño. Hasta aquí nada nuevo bajo el sol (o bajo el techo de la casa, según se mire). Entonces, ¿Qué es lo que la hace atractiva? el oficio tan inmenso de un Álex De La Iglesia que sabe contar la historia, que no la prolonga más allá de lo necesario, y lo bien que aprovecha la casa para meternos en el cuerpo el miedo. Además introduce de manera sabia el uso de las nuevas tecnologías para crear un inquietante juego de espejos y así contarnos, a la manera de un cuento gótico a lo Henry James mezclado con las maneras de Lovecraft, que hay mil mundos posibles aparte del nuestro, y que pueden llegar a ser más inquietantes incluso. Por contra, no acabamos de enterarnos del porqué del inquietante prólogo, con esos niños en la casona jugando (aparentemente sin conexión con lo que nos cuentan luego) y algunas escenas bordean el ridículo sin caer en él (vease la pelea escaleras arriba entre el matrimonio protagonista). Aunque estas medianías no ahogan la calidad de un cuento clásico con aliento moderno, que atenaza y no te suelta hasta el sorprendente y desasosegador giro final. No se lo pierdan cuando la pongan en televisión.