viernes, agosto 01, 2008

Stuck (Stuart Gordon, 2007)


Ya nos lo contaba Kafka en su agobiante El Proceso: la burocracia es el invento de los ricos para jodernos la vida a los pobres y que desistamos de nuestras intenciones de tener relación con nuestro gobierno, más allá del de los insultos pormenorizados frente a una pantalla de televisión, o el voto del que cada cuatro años ejercemos el derecho. Stuart Gordon seguramente haya tenido algún mal día burocrático, de esos de llegar a la ventanilla y marcharte con el rabo entre las piernas porque, ay, se te olvidó una fotocopia de un ignoto documento, otro que no estaba compulsado...
Stuck salpica su trama con detalles reveladores acerca de como la burocracia puede volvernos desesperados o tomar decisiones abruptas e incoherentes. Y no sólo la burocracia: el miedo al más fuerte también puede paralizarnos a la hora de tomar decisiones relevantes. No es cuestión de desvelar nada de la trama de la nueva joyita de Stuart Gordon, aquel que humedeciera nuestros sueños más húmedos con Re-Animator, aunque el cartel poco deja a la imaginación. Sólo reseñar que con Stuck, Gordon demuestra que es un magnífico artesano de la serie b (como lo es, ni más ni menos, Larry Cohen, últimamente más dedicado al thriller que otra cosa) y que, aunque la historia que vertebra su película pueda sentirse innecesariamente estirada como un chicle, siendo más propia de un corto, es lo suficientemente inteligente para aliñarla con golpes de efecto muchísimo más certeros que cincuenta películas de Ken Loach juntas. De este modo, se nos vuelve a advertir que el cine de horror, cuando se plantea de un modo inteligente y respetuoso para con el espectador, es infinitamente más efectivo como arma social que un puñado de cintas pobladas de desempleados y lunes al sol.
Son solo 80 minutos largos para reflexionar con una bolsa de palomitas frente a ti. Un último detalle. Cómo ocurría con El Pianista, es necesario advertir que la historia de Stuck está basada en hechos reales. Es necesario en tanto en cuanto que se vuelve a hacer real el dicho aquel de 'la realidad supera a la ficción'. Y tanto.