jueves, noviembre 13, 2008

Eden Lake (James Watkins - 2008 - GB)


De un tiempo a esta parte, un par de títulos han coincidido en temática dentro del cine de terror: la de acosadores y psicópatas menores de edad. Quizás los guionistas se estén dando cuenta que el miedo y lo desasosegante cada vez se da más la mano con el salvaje y primitivo mundo de la infancia. Una, la más antigua, Ils, jugaba la baza del enigma: una pareja era acosada por una panda de chavales hasta darles muerte, pero sólo hasta el plano final se nos revelaba el origen de tales agresiones. La otra, estrenada este año y con resultados bastante funestos, es The Strangers, donde el director se leyó minutos antes el manual del susto y, con elementos que podrían haber funcionado a la perfección con una mano maestra (pienso en el Carpenter de Halloween y se me ponen los pelos como escarpias), pergeñó una insulsa muestra de, otra vez, survival horror, con una pareja en crisis siendo acosada en una casa por un trío de psicópatas que acaban con su vida, simplemente, por placer. Hemos obviado Funny Games por ser un remake calcado, aunque, en el fondo, tiene la misma temática.
Eden Lake parte de una premisa habitual en los survival horror: una pareja va al campo a disfrutar de un idílico fin de semana en un lago llamado, precisamente, Eden. Un encontronazo con una pandilla de adolescentes más bien talluditos (no superan los 16 años ninguno de ellos, y esta vez de verdad, no como en nuestros castings para las series de jóvenes... ya me entienden, treinteañeros imitando a zagales) convertirá su jornada en un infierno. Hasta aquí, el argumento les puede dar una pereza tremenda, pero no se confundan. No estamos ante el típico producto sensacionalista, gratuito, o efectista. No, tampoco se confundan. No estamos, tampoco, ante cine social y aleccionador a lo Ken Loach. Aquí hay sangre, y dolor, mucho dolor. En la película de John Boorman Deliverance, se apuntalaban las reglas del survival horror: terreno salvaje, intrusos en una localización poco generosa en cuanto a extranjeros y una anécdota que dispara todas las alarmas y hace que, el más sensible de los urbanitas sociables, se convierta en una máquina asesina y desesperada por la supervivencia. Eden Lake no es una película fácil: empatizamos con la pareja a las primeras de cambio y asistimos a pasajes que, todos más o menos, hemos sufrido (es decir, los primeros diez minutos... el que abusa del débil usando la fuerza del grupo). A esto se le une un mensaje que vertebra toda la película, que brilla intensamente en un pasaje durante la primera mitad, y que estalla en toda su inmensa crueldad en los últimos y desoladores cinco minutos: que la violencia engendra violencia, que de tal palo tal astilla, que la culpa de todo la tienen los padres. El plano final remata todo el espiritu pesimista de una obra necesaria, incómoda de ver, casi perfecta en su ritmo y economía de medios: el joven desprovisto de moral, ausente de valores, aislado en la burbuja que, palo a palo, ostia a ostia, se ha ido formando, que se mira al espejo y se siente orgulloso de lo bien que le sientan unas gafas rayban aviador.
Presentada con brillantes críticas en el pasado festival de Sitges, Eden Lake es la prímera película del director británico James Watkins, culpable del guión de aquella joya oculta llamada The Little Eye, que denunciaba los resortes de reality shows como Gran Hermano y que se ocupará de lo propio con la secuela de la estimable The Descent. Con sólo treinta años, ha conseguido tejer un híbrido perfecto entre Deliverance y ¿Quién puede matar a un niño?, una película de esas que no sabes si aconsejar, pero cuya calidad artística y técnica están más allá de cualquier duda. Según sus palabras, esta película no se disfruta. Esta película, se sobrevive. Se sobrevive, pero permanecerá en mi recuerdo mucho más que cualquier otra película que se estrene este año por estos lares.

martes, septiembre 09, 2008

The Strangers (Bryan Bertino - 2008)


Hay que tener mucho cuidado con la forma en que se narran las historias. El principal problema de The Strangers es que su director, Bryan Bertino, no lo hace del modo adecuado. Tenemos una historia más vieja que el tebeo, sobre todo dentro del cine de horror: una pareja es acosada por un grupo de desconocidos en una casa aislada. A partir de ahí, el consabido juego del gato y el ratón. Unos corren, los otros persiguen, el armario como escondite, los porrazos en la puerta... la falta de tensión radica en que el director, primero, estructura tan debilmente la historia que la empatía con los personajes es nula (hacia la mitad de la película desconectas completamente, y te da igual lo que vaya a pasar); estira tanto la tensión, que acaba por provocar aburrimiento, y ni siquiera se apoya en golpes de efecto que animaran la función; simplemente, corre corre que te pillo, y sopor. Mucho sopor. Se equivoca en la fotografía, sugerente y brillante a ratos, pero en la que reina la confusión debido a un exceso de oscuridad. No acierta a elegir el tono estético adecuado (un aspecto documental le habría ido de perlas, y opta por algo así como una camara que siempre se mueve a lo "24" y un estilo, llamemosle así, de "artesano". Lo mejor es, sin duda, su duración: unos ajustados 75'(aunque se hacen pesados como una losa), cómo integra el sonido para ejercer tensión, ya sea en un tocadiscos que toca un disco rayado, o los numerosos silencios que pueblan la película,  y su loable intención de ilustrar un crimen típico y frío, ejecutado por psicópatas. Bryan Bertino parece que nos dice que ha visto mucho cine de terror, y quizás con una buena historia detrás (en The Strangers, la historia ''real'' no es que sea mínima, es que casi no existe) pueda armar algo con enjundia. Películas como "Vacancy" o "Ils", con varios puntos en común con ella, son infinitamente superiores, porque hacen que su historia avance, la trufan con sucesos, hechos, acciones. En "The Strangers", una pareja lo pasa mal porque alguien merodea en los alrededores de la casa. Eso es todo.



jueves, agosto 21, 2008

son of rambow (Garth Jennings - 2007)


El otro día escuché, no sé donde ni si ese mensaje salio de la boca de un personaje de ficción o real como la vida misma, que el que tiene nostalgia de su infancia, es que nunca fue niño. Y oigan, más razón que un santo. Si tengo que hablar desde mi propia experiencia, los 30 no los cambio por nada. Mi infancia padeció la inmunde crueldad de los niños, parecida (salvando las distancias) a las de un psicopata, con tan poca empatía como la de un dictador que se cree sólo en el mundo, y además su ombligo. En Son of Rambow se nos presenta un trozo de la infancia de un niño, cuyo padre ha muerto y vive en el marco de una familia ultrarreligiosa (su madre y su hermanita pequeña). En el momento en el que conoce un pillo, un delincuente de poca monta, su vida da un giro de 360º. Ambos están obsesionados con "Acorralado", aquella gran pelicula de Stallone de serie B, y deciden hacer una película basada en ella, gracias a la cámara que posee el pillo, y a la gran imaginación que desprende el otro crío. Huelga decir que todo es una perfecta excusa para que el director enhebre una historia que respira ternura por los cuatro costados, cine social y humano que trata a los niños como lo que son: personas pequeñas que se pegan y suben a los arboles, que insultan y juegan y se hacen cortes. Todo ello lejos de la pesada moralina que acusa nuestro cine, en ese subgénero que tan bien conocemos como es el de ''perdida-de-la-inocencia''. Porque para hacer este tipo de historias bien, uno nunca debe ceder a la nostalgia, ni analizarlo desde el prisma del adulto. Son Of Rambow se gana a la audiencia a través de una fotografía preciosista, con unos claroscuros dignos de la escuela pictórica holandesa, un uso de la animación perfectamente engarzada con las imágenes reales, y una historia paralela de intercambio de estudiantes franceses que, de tan absurda, se vuelve irresistible. En lo que más flaquea, la descripción de la ''familia'' del niño delincuente, que consta de tan solo un hermano, al tener en la recta final un peso importante y regalarnos algunos de los pasajes más emotivos de la cinta.
Con forma de cuento de hadas y fondo de terrible realidad, Son of Rambow es una cinta muy recomendable, una amalgama de géneros que bien podría haber firmado un Terry Gilliam sin lisergia, o un Ken Loach sin tantas ínfulas socialistas. Que el título, un tanto desafortunado, no os impida disfrutar de una cinta recomendada, esta vez sí, y encarecidamente, a todos los públicos.

lunes, agosto 04, 2008

Kunsten at Grade i Kor (Peter Schønau Fog 2006)


La familia, ese maldito y necesario grupo sectario del que tanto dependemos. Tanto física, como psicológicamente, nos moldea en la infancia y nos deja preparados para un futuro, ya sea aciago o estelar. Y para bien, o para mal. En la historia del cine, muchos acercamientos ha habido al analisis de dicho estamento. Obviando los parabienes del cine moralizante, la familia siempre ha sido vista más como un tumor que hay que erradicar a tiempo, una disfunción que puede arruinarnos la vida. Recordemos cómo en Celebracion, la celebrada obra de Thomas Vinterberg, la caía del padre de familia era completamente necesaria para el saneamiento del grupo: la naturalidad del hijo que entierra al padre, y no viceversa. La caida del rey frente al peón, la estrategia natura, la selección natural.
En Kunsten at Grade i Kor se nota su procedencia danesa por los cuatro poros del celuloide. Tanto en su fotografía como en su soterrado e hiriente sentido del humor, negro, negrísimo, políticamente incorrecto. No es necesario dar demasiados detalles de su argumento: es mejor enfrentarse a esta obra durísima con los ojos ciegos de información, virgenes de prejuicios. Salta de un género a otro con habilidad de orfebre y no busca complacer, ni al espectador, ni al autor en sí mismo, a sabiendas que, sin duda, su obra levantará escandalo allá donde se proyecte: un escandalo necesario que despierte las aburridas conciencias del que piensa que, de puertas adentro, son todo bondades. Las interpretaciones son exquisitas, sobre todo la de la pareja de niños, enfrentados a escenas donde el costumbrismo mas banal se dan la mano con momentos extremos, pocas veces vistos con tanta explicitud en la historia del cine (si acaso me vienen a la mente la obra maestra de Todd Solondz "Happiness", o la incomprendida y olvidada "War Zone" de Tim Roth, películas con las que tiene más de un punto en común.
Es de recibo que esta película se vea por mucha gente, la más posible, y de todas las edades, a pesar de las escenas duras (es obvio que la infancia aquí está desechada, pongamos el tope en la adolescencia). De hecho, debido a que hablan un dialecto del danés excesivamente cerrado, han decidido estrenarla subtitulada, para que llegue al mayot número de personas posible. Es una cinta conmovedora, pulsa las teclas convenientes sin tender al amarillismo y exhibe una sutilidad que, en principio, puede chocar con su malsano sentido del humor. Además de contener una de las escenas más tiernas, preciosas y evocadoras, simbólicas, de lo que va de año. Pongan su p2p a funcionar, que merece la pena.

viernes, agosto 01, 2008

Stuck (Stuart Gordon, 2007)


Ya nos lo contaba Kafka en su agobiante El Proceso: la burocracia es el invento de los ricos para jodernos la vida a los pobres y que desistamos de nuestras intenciones de tener relación con nuestro gobierno, más allá del de los insultos pormenorizados frente a una pantalla de televisión, o el voto del que cada cuatro años ejercemos el derecho. Stuart Gordon seguramente haya tenido algún mal día burocrático, de esos de llegar a la ventanilla y marcharte con el rabo entre las piernas porque, ay, se te olvidó una fotocopia de un ignoto documento, otro que no estaba compulsado...
Stuck salpica su trama con detalles reveladores acerca de como la burocracia puede volvernos desesperados o tomar decisiones abruptas e incoherentes. Y no sólo la burocracia: el miedo al más fuerte también puede paralizarnos a la hora de tomar decisiones relevantes. No es cuestión de desvelar nada de la trama de la nueva joyita de Stuart Gordon, aquel que humedeciera nuestros sueños más húmedos con Re-Animator, aunque el cartel poco deja a la imaginación. Sólo reseñar que con Stuck, Gordon demuestra que es un magnífico artesano de la serie b (como lo es, ni más ni menos, Larry Cohen, últimamente más dedicado al thriller que otra cosa) y que, aunque la historia que vertebra su película pueda sentirse innecesariamente estirada como un chicle, siendo más propia de un corto, es lo suficientemente inteligente para aliñarla con golpes de efecto muchísimo más certeros que cincuenta películas de Ken Loach juntas. De este modo, se nos vuelve a advertir que el cine de horror, cuando se plantea de un modo inteligente y respetuoso para con el espectador, es infinitamente más efectivo como arma social que un puñado de cintas pobladas de desempleados y lunes al sol.
Son solo 80 minutos largos para reflexionar con una bolsa de palomitas frente a ti. Un último detalle. Cómo ocurría con El Pianista, es necesario advertir que la historia de Stuck está basada en hechos reales. Es necesario en tanto en cuanto que se vuelve a hacer real el dicho aquel de 'la realidad supera a la ficción'. Y tanto.

martes, julio 29, 2008

War Made Easy


No vamos a repetir aquí eso de que la realidad siempre supera a la ficción, y que una buena película documental es más terrorifíca que cien muestras de nauseabundo survival horror o slasher movie. Tampoco es nada nuevo saber que los gobiernos mienten, que sólo crean guerras para su propio beneficio, que sistemáticamente manipulan a la gente a través de los medios de comunicación, la propaganda política. Y los EEUU tienen a Hollywood y su ya más que centenaria participación en el mayor espectáculo del mundo (con permiso del circo) para que su propaganda sea el ejercicio de marketing más vistoso, eficaz y práctico, dándose la mano con aquel que crearon los chicos que estaban al mando del enano del bigotillo. "War Made Easy" no es sino otro documental antibélico, ni más ni menos en los tiempos que corren, que si bien es cierto que en algunos momentos roza lo manipulador (se siente, está destinado al público norteamericano que, votando por segunda vez a Bush a demostrado tener un CI por debajo de la media) al subrayar el mensaje que una (monótona y carente de vida) voz en off propiedad de Sean Penn mediante imágenes de desconsuelo infantil, es un documento de obligada visión para todos, sin excepción. Vibrante, con un montaje ágil y un uso apabullante de material televisivo, "War Made Easy" merece la pena al adentrarse en cómo la prensa ''independiente'' se convierte en el aliado perfecto para que el gobierno tenga inmunidad absoluta a la hora de mutilar, masacrar y asesinar. Eso sí, limpiamente, desde el aire, minimizando los ''efectos colaterales''.

lunes, julio 28, 2008

Tropa de Élite


Es dificil intentar hacer comulgar a los detractores de este estupendo film de José Padilha. Esgriman la baza de su supuesta adhesión fascista. Dicen que justifica punto por punto los terribles métodos que la BOPE impone en el mundo sin reglas de las favelas de Río. Que aboga por el uso de la tortura, el uso indiscriminado de la bala entre ceja y ceja, el "dispara bien y no mires a quién". Pues no. Créanme cuando les digo que si en algo es culpable Padilha, es el haber querido ser lo más objetivo posible y no tomar partido ni en un sentido ni en otro. Y se lo ha jugado todo a una carta polémica, espinosa, resbaladiza y que ha de tenerse en cuenta como lo que es: un recurso narrativo cinematográfico (no exento asimismo de detractores), el de la voz en off, que implica un sentimiento de 'sermón', 'adoctrinamiento' o, si me apuran, de 'publireportaje'.
Ocurrió, si mal no recuerdo, algo similar con aquella obra maestra del, por otro lado cineasta intachable y provocador, Paul Verhoeven. Los cortos de miras pusieron el grito en el cielo, ciegos al no ver la sangrante parodia que destilaba la cinta. Quizás no sea el mejor ejemplo para ponerlo al lado de esta "Tropa de Elite", pero sin duda a Padilha se le ha malinterpretado. Y sí, puede ser que él sea el único culpable. Pero déjenme que les diga, que a veces al crítico de cine no se le entiende lo más mínimo: si Padilha hubiese entregado un manifiesto anti-BOPE, se le hubiese tachado instantáneamente de blandengue, cobarde, y políticamente correcto. El pequeño burgués nunca está contento con la manera en que se cuentan hechos espinosos, que sin duda se les quedan cortos, tanto geografica como personalmente.
Tropa de Élite es un vibrante ejercicio cinematográfico que muta como una esponja, que se llena de principio a fin, y que se divide en dos partes: presentación de personajes y resolución de emboscada en fiesta funk en una favela, y la descripción de la operación "Juan Pablo II", una estrategia destinada a "limpiar" la zona para que el personaje pudiese dormir agusto al lado de una favela. En la primera parte uno tiene la sensación de estar asistiendo a una cinta de acción correcta, un tanto esquizofrénica, de montaje hiperquinético, pero al que tampoco se le puede sacar demasiado jugo socialpolíticamente hablando: sí, se nos muestra la situación del todo vale, de la corruptela de la policía que no se deja la piel por una mierda de sueldo, de los pactos con los narcos y de la hipocresia del estudiante de clase media que se mete una raya de coca a la vez que se manifiesta por los crímenes en las favelas (Ay, Padilha, ahí sí se te fue un poco la mano con la demamogia). Pero tranquilos. Está todo pensando: Padilha te engaña y te lleva de la mano a la segunda parte de su cinta de un modo fluido. Cuando te quieres dar cuenta, ya es tarde. El infierno de la BOPE, sus métodos espartanos de instrucción, su uso de la tortura... Todo este tramo es desolador, más si se enfrenta a la primera parte de la cinta, esa que tenía cierto aire a cine de consumo "de denuncia". Y vuelvo a repetir: si de algo es culpable Padilha, es de haber querido filmar del modo más frío posible, y haber dado la voz cantante a un padre de familia trastornado, a un psicópata que maltrata a su mujer (aunque sea dialécticamente) y que lo único que ansía es quedarse en casa y ver como otros matan (bien) en su lugar.
Otra pista para los que braman en contra de la película y su supuesta filiación filofascista: el camino que emprende el estudiante negro, de intachable valedor de sus ideales, honesto, creyente en un modo de hacer las cosas justamente a máquina de matar fría, vengativa. A ver si es verdad que allí, en Río, donde nunca he estado y creo que nunca jamás estaré, es mejor matar antes de que te maten a ti. Que eso esté bien, o esté mal, se lo dejamos al espectador.

martes, julio 08, 2008

Calvaire (Fabrice Du Welz - 2004)


El horror rural no es un argumento que coja desprevenido a cualquier aficionado al género de terror. El american gothic lo ha sobreexplotado de una manera hastiable, y ahora mismo se encuentra en un buen estado de salud gracias a esa nueva corriente del 'turisteo macabro', ejemplificado en películas, más o menos logradas, como "Hostel" y su secuela, "Turistas", "Borderland" o "Las Ruinas". Apartándonos de los inefables Estados Unidos, y centrándonos en nuestro amadodiado país vecino, Francia, si tuviésemos que elegir una película para definir un hipotético "French Gothic", avistariamos en plano corto esta soberbia pieza de carnicero pergeñada por Fabrice Du Welz. "Calvaire", como su explícito nombre indica, describe el descenso a los infiernos de la represión rural de un cantante de cabaret. No hace falta que se describan aquí los detalles argumentales, a poco que haya visto el lector un par de películas cortadas por el mismo rasero. Lo que conviene detallar de una cinta como esta, es el modo en que Du Welz la ejecuta. Nos encontramos con un ritmo seco, pausado, preñado de una fotografía absolutamente espectacular. Si es verdad que hay veces en que el efectismo le pierde un poco (algunas escenas de locura descritas a través del montaje), eso no quita a que la elegancia que respira la cinta sea cara de ver en el género. Por otro lado no se exhibe demasiada casqueria, lo que no es óbice para que el espectador sufra un buen rato con lo que se exhibe en la pantalla.
"Calvaire" es una buena muestra de cine para sufrir, con un puñado de escenas gloriosas (ese baile en el bar, la violación cuasi-múltiple) y un elenco de actores intachable.
Du Welz acaba de estrenar en Cannes "Vinyan" con críticas bastante favorables.

jueves, abril 10, 2008

Paranoid Park


Llegará un día en el que Gus Van Sant acabe haciendo películas mudas. Películas que casi no contengan ni gestos, que todo lo que se cuente se haga con lo mínimo, elementos depurados hasta la línea invisible. Después de la trilogía conformada por Gerry, Elephant y Last Days llega Paranoid Park, premiada en Cannes con motivo del 60º aniversario del festival. Cuenta la historia de un adolescente aficionado al monopatín, que debe enfrentarse a un desagradable accidente en un parque al que sólo van chicos desarraigados y sin futuro (o casi) a desahogar su violenta frustración rodando sobre una tabla de skate. Alex es alguien normal, tan normal como cualquier adolescente con pintas postgrunge. Inane, inocuo, ataviado por la sencillez del conformismo y la rutina, vive en una familia desestructurada, pero eso no es lo que importa. Van Sant nos lleva de la mano a un territorio sinéstesico, con una fotografía abrumadora y sin que lo que se nos cuenta sea demasiado llamativo como para que impere la historia sobre la imagen. Es cine casi abstracto, que se funde con los pensamientos del protagonista, cuya silueta se diluye contra el paisaje y cuyos movimientos percuten en nuestro cerebro como la voz del hipnotista. Su banda sonora despista, el musical de Broadway aparece en momentos dramáticos y el minimalismo apuntala esos paseos por el pasillo que tan bien se le dan al cineasta desde su obra magna "Elephant". Es cine que apela a los sentidos, que se huele, se toca y se come. Y forma aleaciones entre el cerebro y el corazón
Un día, Gus Van Sant hará una película sobre un fondo blanco, en silencio, y nos la creeremos. Y nos gustará. El genio se alcanza con la depuración, y "Paranoid Park" es magra, no le sobra ni le falta nada. Un completo imperio de los sentidos.

miércoles, marzo 26, 2008

Frontiere(s)


Estoy un poco cansado de que todo el mundo diga que las películas de terror son iguales y que, a partir de la aparición de Hostel, todas estén cortadas por el mismo patrón. Todo ello revela un desconocimiento brutal acerca del género, seguramente dado por la indiferencia que produce todo aquel género que se aleja, conscientemente, de la comunidad bienpensante (llamémosle cine social), la comunidad teenager (llamémosle XXX de diseño, y por XXX me refiero a cualquier género) o, simplemente, la comunidad rancia, obtusa y arcaica que asola los medios especializados. ¿Acaso las películas enmarcadas en el holocausto nazi no son todas iguales? ¿Son, entre sí, tan diferentes las películas que narran la vida de los mafiosos arribistas? ¿Y la comedia romántica? O, si me lo permiten, el cine indie de camisas de cuadros y personajes supuestamente inteligentes... Es muy difícil innovar en un género, y, al parecer, eso no se le tiene en cuenta al cine de terror. Frontiere(s) puede que sea una copia más de La Matanza De Texas, esto es, un grupo de jovenes acaban en las manos de unos locos canibales y van cayendo uno a uno. Esto no es óbice para que la ópera prima de Xavier Gens sea una película perfectamente disfrutable, bastante grosera y cazurra, menos gore de lo que esperaba por comentarios vertidos tras su proyección en el pasado festival de Sitges. Es una cinta muy poco sutil, que englobaríamos dentro del 'gore político': lanzar un mensaje a lo bestia, como ya se hiciera en los años ochenta con aquella maravilla de Brian Yuzna llamada "Society" en la que los ricos, literalmente, absorbían a los pobres. En este caso se intenta denunciar el incremento del sentimiento fascista en Francia, con esos jovenes inmigrantes asqueados quemando coches, y Le Pen levantando el brazo y rapando cabezas. Y aunque todo sea expuesto de manera risible y burda (ese momento del padre nazi silbando el Lili Marlen no tiene desperdicio), efectista, el espectador desprejuiciado no puede sino regocijarse ante la avalancha de escenas perfectamente ejecutadas, con una protagonista que lo pasa muy mal, una fotografía espectacular, aunque en ocasiones excesivamente oscura, un par, o tres, de escenas en las que se puede pasar realmente mal (ese momento de atascamiento en el pozo minero...cuidado, claustrofóbicos). No es tan buena como "A L'Interieur", pero es una perfecta muestra de que aún se puede seguir molestando vía tripas y sangre. Mientras haya estupidos en el mundo, las películas con mensaje deben seguir este patrón.

jueves, marzo 13, 2008

The Mist


Quizás tenga que ahorrarme bastantes quebraderos de cabeza, comentarios imbéciles por parte de los cinéflios, esa cohorte de castrados intelectuales que no saben apreciar la calidad de una buena película de género. Pero lo diré alto, y claro. The Mist es una puta obra maestra del cine de género. Y lo es porque trasciende su aparente objetivo de mero entretenimiento para urdir, adaptación de relato corto de Stephen King mediante, un microcosmos en el que se dan cita el fanatismo religioso, las conspiranoias militares, las puertas a otras dimensiones y los bichos de la serie B de toda la vida. No voy a desvelar nada más del argumento. Sólo apuntar que Frank Darabont marcará un antes y un después con esta película, donde todo sucede con una naturalidad pasmosa, donde los momentos bellos y crudos se cuentan a montones, donde el lirismo se funde con una visión nihilista y completamente desangelada de la condición humana y todo lo hace en 130 espídicos minutos, con una cámara en continuo enfoque y encuadre, unos actores desconocidos (a excepción de una brillantísima Marcia Gay Harden) en estado de gracia y unos efectos especiales que no escatiman en nada los detalles gore. "The Mist" es lo que nos hacía falta para volver a creer en los EEUU. Es la película que nunca harán ni Shyamalan ni Spielberg. Una obra anticomercial camuflada bajo la óptica de 'una más'. Y preparen la congoja, por si durante la conclusión de esta bellísima, terrible e inspirada obra maestra, se les cae el alma al suelo. El final va parejo a la descripción de la cinta. Y no digo más. Corran, veanla. Me lo agradecerán.

miércoles, febrero 27, 2008

The Rage (Robert Kurtzman - 2007)


El despiporre es sano, señores. Y en el cine es una bendita bendición, así, con aliteraciones reiterativas, alcohol, drogas y buena compañía. The Rage es un claro ejemplo de lo que el cine puede hacer por la salud mental: una gozosa nadería al servicio de la casquería más nauseabunda, el argumento más pedestre. Un científico loco y ruso, que debe ser como el doble de loco, quiere expandir el virus de la ira por el mundo para acabar con la raza humana. Y para ello, como no, secuestra a gente y las tumba en camillas, en un zulo en mitad de un bosque que parece como el escenario de un sueño humedo de Lucio Fulci. Les rebana la cabeza y les inyecta un suero azul (esta vez, por lo menos, han cambiado el color, y no es amarillo) para que se cabreen mucho y parezcan una mezcla entre la masa y Acebes. A esto que uno de ellos se le escapa, le muerde el brazo, y se larga por ahí a dar una vuelta, a recorrer mundo, o bosque. Pero le da una insolación y se lo comen los buitres, contagiándoles la plaga de la ira. Buitres iracundos asolarán a un grupo de imbéciles que asistían a un concierto de nu-metal, sacándoles los ojos y comiéndoles la piel a tiras mientras intentan quitarse el cebollón a base de correr mucho. Por entre medias, los buitres se zampan a una niña y su tío, que andaba por allí, acaba infectado. Mata a su sobrino y mientras se lo comen, los jóvenes zagales lo atropellan con el coche. Los buitres siguen haciendo de las suyas. No diré más, solo que en la recta mitad aparece un enano con la cara de la niña (en plan leatherface) y le suelta a la protagonista ''¡¡te voy a arrancar las tetas y me las voy a comer!!''. Todo aliñado con un CGI bastante cutre, efectos de video a lo Troma y mucha mucha sangre (brazos cortados, hachas en mitad de la cabeza, explosiones craneales, babas, empalamientos, etc) que nos retrotraen a esa época en la que nos excitábamos tanto viendo una película así, en pijama, en el sofá, que teníamos que ir a hacer pis cada dos por tres. Una gozada, demonios.