sicko
El nuevo azote para el gobierno USA por parte del documentalista Michael Moore lleva por título "Sicko" y se centra en el precario sistema privado sanitario que actualmente juega con la vida de sus habitantes: todo cae en manos de empresas que, paradójicamente a lo que un sistema sanitario debería ser, intenta por todos los medios eludir la responsabilidad de curar a las personas, ya sea por poner mil trabas al acceso del seguro, buscando absurdos antecedentes o, ya en un extremo inhumano, tirar literalmente a la calle a aquellas personas que no pueden pagar la cuota del hospital.
Sería una estupidez por mi parte intentar convencer a la gente de que Michael Moore es una especie de santo. Es un tipo manipulador, amarillista, tendencioso. Sí, pero también es alguien necesario, es un grano en el culo, infantil y pedagógico, que confecciona sus películas como manuales de juegos de mesa para niños de 2 años, sin duda para asegurarse que su mensaje llega clarito, sin dobles lecturas y capacitado para que hasta el más iletrado de sus compatriotas lo pueda entender. Presenta casos reales en los que el paciente, con seguro médico y gracias a argucias despreciables y rastreras, se les es negada la asistencia. Otros casos van mas allá, en los que la entrevista se realiza a familiares de pacientes fallecidos por terceras personas (todo ello adornado, como no, de imágenes de archivo en el que podemos ver al propio paciente.) Va a Europa (Londres, Francia) y a su país vecino (Canada) para mostrarles que allí las cosas funcionan de otra manera. Evita mostrar cualquier aspecto negativo, por lo cual el efecto es más profundo: da igual. Todo el mundo sabe que las cosas no son tan bonitas tampoco en este nuestro glorioso continente, pero, qué quieren que les diga, funciona. Es un documental de propaganda antibush ejemplar: lo muestra como un animal de feria capaz de decirle a la cara de una mujer que se parte la espalda con tres trabajos para pagar un seguro médico incapaz luego de cuidarla que se siente orgulloso de ella. Y, por muy manipulado que esté (ya saben, largos planos de la cara de la paciente medio llorando, música clásica para poner los vellos de punta), lo que se nos muestra no deja de ser una realidad veraz: EEUU ocupa el puesto 37 en cuanto a servicio sanitario, por debajo de países como su archienemiga Cuba; se le pone precio al cuerpo de las personas (reimplantar un dedo medio cuesta 60.000 $, mientras que el corazón, el del anillo, el que muchos eligirán no tanto por el halo romántico sino por una cuestión de dinero, cuesta unos 12.000 $); al gobierno no le importa una mierda la salud de sus habitantes, solo minimizar costes para que los que tengan mucho tengan más. Nada que no sepamos ya. Pero lo realiza con tanta gracia, tiene momentos de tan poca vergüenza (el viaje a Cuba no tiene precio, con abrazo entre bomberos de un lado a otro incluído) y el destino le es tan propicio (pagó anónimamente, hasta ahora, los servicios médicos del gestor de la más importante página anti-moore, ya que su mujer estaba enferma y la web iba a cerrar por problemas económicos) que no podemos dejar de aplaudirle una y otra vez. Por lo menos él hace algo, ya se pueda estar más o menos de acuerdo con sus métodos. El caso es quejarse y no mover un puto dedo.