miércoles, febrero 27, 2008

The Rage (Robert Kurtzman - 2007)


El despiporre es sano, señores. Y en el cine es una bendita bendición, así, con aliteraciones reiterativas, alcohol, drogas y buena compañía. The Rage es un claro ejemplo de lo que el cine puede hacer por la salud mental: una gozosa nadería al servicio de la casquería más nauseabunda, el argumento más pedestre. Un científico loco y ruso, que debe ser como el doble de loco, quiere expandir el virus de la ira por el mundo para acabar con la raza humana. Y para ello, como no, secuestra a gente y las tumba en camillas, en un zulo en mitad de un bosque que parece como el escenario de un sueño humedo de Lucio Fulci. Les rebana la cabeza y les inyecta un suero azul (esta vez, por lo menos, han cambiado el color, y no es amarillo) para que se cabreen mucho y parezcan una mezcla entre la masa y Acebes. A esto que uno de ellos se le escapa, le muerde el brazo, y se larga por ahí a dar una vuelta, a recorrer mundo, o bosque. Pero le da una insolación y se lo comen los buitres, contagiándoles la plaga de la ira. Buitres iracundos asolarán a un grupo de imbéciles que asistían a un concierto de nu-metal, sacándoles los ojos y comiéndoles la piel a tiras mientras intentan quitarse el cebollón a base de correr mucho. Por entre medias, los buitres se zampan a una niña y su tío, que andaba por allí, acaba infectado. Mata a su sobrino y mientras se lo comen, los jóvenes zagales lo atropellan con el coche. Los buitres siguen haciendo de las suyas. No diré más, solo que en la recta mitad aparece un enano con la cara de la niña (en plan leatherface) y le suelta a la protagonista ''¡¡te voy a arrancar las tetas y me las voy a comer!!''. Todo aliñado con un CGI bastante cutre, efectos de video a lo Troma y mucha mucha sangre (brazos cortados, hachas en mitad de la cabeza, explosiones craneales, babas, empalamientos, etc) que nos retrotraen a esa época en la que nos excitábamos tanto viendo una película así, en pijama, en el sofá, que teníamos que ir a hacer pis cada dos por tres. Una gozada, demonios.