martes, febrero 06, 2007

La Celda (The Cell, Tarsem Singh - 2000)


Que si un pastiche entre "El silencio de los corderos" y cualquier película "de psicópatas" (dígase esto en un tono de "crítico purista despectivo"), que si es la versión femenina de "Matrix" (pero ¿qué demonios...?), que si tan endeble trama no se puede sostener con tamaña imagineria visual...
Olvídensede todo lo que han oído y leído hasta ahora acerca de "La Celda". Es todo mentira. Incluso esta humilde opinión también es mentira, porque se ha visto claramente influida por la borrachera de imágenes que componen la celda.
A saber: Una científica, un asesino en coma, un detective, una chica encerrada en un cubo de cristal, una búsqueda, escaso tiempo, el desierto, un caballo de madera, un reloj... eso, ni más ni menos, es la trama. No importa que los elementos creen confusión. Tarsem Singh los dispone para perturbar, para componer su obra como si de un auténtico poema se tratase (simplemente con observar, !admirar!, la secuencia final, que establece un paralelismo entre redención/salvación absolutamente deslumbrante, basta).
La primera secuencia ya perturba (y me da exactamente igual que parezca un anuncio de colonias...¿acaso la publicidad, por sí misma, es nociva?). Observar el caballo, vivo hace unos instantes, convertido en madera, con una pata alzada, la silueta recortando la figura...
Tiene momentos de belleza cruel y cruda que se cuentan a puñados. Tarsem dispone sobre el tapiz los elementos que comentábamos antes. Usa lo justo el ordenador (los escenarios son reales) y no se preocupa de explicar temas que no interesan. Porque lo que verdaderamente le interesa a Tarsem y lo que debe interesar al inquieto espectador que, virgen, se acerque a esta película, es encontrar un sentido a sus sueños, emborracharse con imágenes nunca antes vistas... objetivo final ( y, a veces, único) del arte de contar historias por medio del cine. Y a quien le importa la trama? A mi no, desde luego.

Flores Para Algernon (Daniel Keyes)


Flores para Algernon te llega muy dentro. Sabe donde tocar, donde llegar, como remover las conciencias ajenas, como convertir una aparentemente sencilla obra de "medicina - ficción" en todo un tratado sobre la tolerancia y el afán superador que aún mantienen algunas personas.

La trama es sencilla, clara y cristalina como los sentimientos de Charlie, un retrasado mental de 32 años que se somete a una operación quirúrgica con el objetivo de ver incrementado su CI (Coeficiente Intelectual).

Está escrita en primera persona: Charlie va desgranando en los llamados "Informes de progresos" retazos de su vida y su experiencia con las personas y el ambiente que le rodea. Desde el primer informe, Keyes sabe llevarte a su terreno (era un experto en el trato con personas disminuidas) y sufres un proceso de empatía con el personaje del que dificilmente te llegas a desprender. La ingenuidad del personaje, solo atachable a su defecto psíquico, nos hace ver el mundo despojado de toda maldad, lo que confiere al relato un patetismo añadido. Keyes apoya su relato en un maravilloso elenco de personajes secundarios, entre los que destaca el propio Algernon, rata de laboratorio, con la que Charlie mantendrá una amistad que va más allá del mero interés científico: se trata, sin duda, del espejo, un tanto deformado si se quiere, en el que el protagonista necesita contemplarse.

Emociona. No se lee, se devora. Difícilmente encontrareis un libro en el que se refleje el pensamiento de una persona "normal" de una manera contundente. Además, la prosa de Keyes es fluida y enormemente inteligente: para los informes "pre-operación", cuando Charlie aún no posee esa gran inteligencia que adquirirá posteriormente, se usan deliberadamente faltas de ortografía, errores de sintaxis, signos de puntuación que aparecen y desaparecen por arte de birlibirloque... para después, y de una manera continuada y sin sobresaltos, ir desapareciendo para dar paso a la escritura que se corresponde con el nuevo Charlie.

El Vengador Tóxico (The Toxic Avenger, Michael Herz y Lloyd Kaufman - 1985)


Sangre, potas, vísceras, heavy metal, chicas desnudas, mal gusto, desfachatez, drogas, alcohol, más sangre y visceras.
Eso es la Troma. Ni más ni menos. Si no te gusta, no lo mires.

Troma Inc., la productora de cine basura por excelencia, hace películas como churros. Y no engaña a nadie. Tampoco lo pretende. Sus películas se caracterizan por darle al público lo que éste verdaderamente quiere: sexo, drogas y rock´n´roll. Casi todos sus filmes están enmarcados siempre en el mismo lugar: un apacible estado ficticio llamado Tromaville. Y la trilogía tóxica no podía ser menos.

Dirigida por los fundadores de Troma, Lloyd Kauffman y Michael Herz, "The Toxic Avenger" es una suerte de sátira de las películas de superhéroes: un desdichado pardillo, de esos que abundan en las películas de niñatos yanquis, se cae en un bidón lleno de ácido radioactivo, lo que le convertirá en un superhéroe (¿¡), combatiendo así la escoria del estado, regentado por un seboso y corrupto alcalde.

Esa es la trama. Aderezada con uns efectos especiales malos de solemnidad, unas interpretaciones que de malas son memorables... hasta tienen el valor de rematar la historia con moralina.

No es una película para todos los gustos. Ahora no desentonaría demasiado junto a filmes dirigidos por los otrora escatológicos, y ahora reciclado en nosesabequé, hermanos Farrelly o los del añorado John Waters: su exceso de mal gusto, violencia e irrevencia es excesivo, valga la redundancia. Aún así, este vengador merece ser visto: solo por su desfachatez, por la desopilante crítica que realiza al "American Way of Life", por su argumento descacharrante, por la novia de Toxie, por las muertes, porque es de la Troma. Nada más y nada menos.

Portishead


Hipnóticos, hirientes, maduros, siniestros, dulces, oscuros, subyugantes, melancólicos, desgarradores. Son una serpiente que te devora lentamente, con el jugo ácido de su música desgarrando tus entrañas. Como el llanto de un niño. Como una noticia desesperanzadora. Beth Gibbons es el hada mala: sabes que es perversa, que hace daño, que mata con la voz, con las texturas de su voz, con los matices de su voz...su voz...su voz...voz...v...o...z...
Atmósferas extraterrestres. Sonidos alucinantes. Raymond Chandler se encuentra con una película de ciencia-ficción. Orquesta que desangra los temas, arreglos sinuosos que dejan sin aliento. Pum pum, pum pum, "Wandering Stars, For Whom it is deserve, blackness and darkness forever".
Es una película de gangsters, es un cadáver flotando en el río, un infarto repentino, un soplo al corazón.
Portishead han sabido crear algo nuevo. Ni pastiches, ni revisiones... totalmente nuevo. No se había escuchado nada así antes.
absténganse personas sin ganas de irse a otro mundo, a otro lugar: un lugar que limita con la peor de tus pesadillas y el mejor y más dulce de tus sueños.
...Y tú y Beth, agarrados de la mano. Ten cuidado. Es el hada mala.

Sam Raimi



Sam Raimi que estás en los cielos. Santificado sea tu nombre. Vuelve a nosotros con el buen cine que siempre te ha caracterizado. El de los personajes torcidos, el de los ambientes opresivos, el de los salvajes comportamientos del hombre.

Comenzaste con muy buen pie. Cuando era pequeño, recuerdo con congoja el lápiz clavado en el tobillo de uno de los personajes de "Posesión Infernal" (The Evil Dead, 1981) , el monstruo putrefacto intentando salir del sotano, Bruce Campbell con el rostro desencajado decapitando a su querida amada...

También cuando vi "Ola de Crímenes, ola de risas" (Crimewave, 1985) y, la verdad, no me lo esperaba. Era algo así como una sátira del género negro, con detectives de mandíbula cuadrada, mujeres fatales y villanos caricaturescos.

Un poco más crecidito, admiré ese cuento de hadas perverso y malévolo que es "Darkman" (Darkman, 1990) . Recuerdo el estadillo del laboratorio de Liam Neeson y el rostro de su novia, desencajado, iluminado por las llamas, recuerdo las caretas de látex, una cabeza asomada en medio de la autopista y un coche que... ¡Crashh!

A medida que iba avanzando en edad, continuaba descubriendo los placeres del gore y, revisando "Posesión Infernal", me atreví a visionar "Terroríficamente Muertos" (Evil Dead II, 1987) . Y más risas, más gore, más Bruce Campbell, más Raimi. Noté influencias de los enloquecidos cartoons de la Warner Bros., del salvaje humor de los Monty Python...

Y acudí, con amigos, a ver el broche de oro de la trilogía, esa encantadora parodia de la "Sword Fantasy", con efectos especiales "Stop Motion" a lo Ray Harryhausen, con más humor que gore, todo hay que decirlo. Pero aún tu cine era perfectamente disfrutable.

Y te perdí la pista. "The Quick And The Dead". Ese spaghetti western con Sharon Stone y Leonardo DiCaprio aún no he tenido el placer (o la desgracia) de verlo. Me entristecí mucho ver cuánto te habías alejado del género por el que yo tanto te había admirado.

Hace dos o tres años, reapareciste tímido, apocado, como con las orejas agachadas y diciendo que habías madurado, que no harías ya ningún film de terror. Aún así, y con lágrimas en los ojos (y porque me invitaron, todo hay que decirlo), acudí presto a ver "Un Plan Sencillo" (A Simple Plan, 1988). Y aunque habías perdido por completo ese mareante y efectivo movimiento de cámara. esa violencia de rojo cómic, tu maldad aún habitaba en tu menudo cuerpo. La nieve cubría un avión derribado, los cuervos les sacaban los ojos a los cadáveres, una bolsa con nosécuantos millones de dólares... y un grupo de seres humanos convertidos en cuervos, sacándose los ojos entre sí.

Y no sé si lo hiciste por el vil metal, por que te gusta el béisbol, o por que estabas liado con Kelly Preston (o con Kevin Costner, quién sabe)... ¿A qué viene eso de "Entre el Amor y el Juego" (For Love Of The Game, 1999)? No la he visto y espero de todo corazón que los negativos ardán en el infierno.

"Premonición" (The Gift, 2000). Sólo a tí se te hubiera ocurrido realizar una versión terrorífica de "Un Plan Sencillo". Un pueblo, cuatro o cinco personajes con problemas y algo pasa...

Has elegido a los mejores actores. Has conseguido de que la dulce Katie Holmes tenga cara de viciosa, de que Keanu Reeves haga un papel aceptable... dotas de ambiente, de cuerpo, de enjundia, una historia sobre el papel nada atractiva, nos entregas una de las escenas más brutales de los últimos tiempos (la de Giovanni Ribisi con el padre), sufrimos, como Cate Blanchett, cada una de sus visiones... Una historia que es más real que fantástica.

Y ya me despido de tí. Has seguido en el fantástico con la más que notable saga de "Spiderman", así que hemos de congratularnos. Esperemos que algún día, nos vuelvas a hacer algo del tamaño de "Evil Dead"

La Matanza De Texas (Tobe hooper - 1974)


Tobe Hooper pasará a la historia del cine, no ya sólo a la del género de terror, por haber realizado una de las obras más crudas, atrevidas, desasosegantes, crueles y nauseabundas: "The Texas Chainsaw Massacre". "La Matanza de Texas" es todo un tratado de sadismo. Contando conque estamos en la decada de los setenta, Hooper se arriesga a contar, con tres duros y pico, la historia de un grupo de chavales vilmente masacrados por una familia de paletos carniceros. Lisa y llanamente. Ese es el argumento. Y nos lo cuenta sin usar la sangre. Que no, que esta película no es, ni de lejos, de "sangre y tripas". Los crímenes siempre los enseña apartados, con un encuadre feísta que aporta verismo a la imagen. A esto hay que añadir la fotografía granulosa con la que esta hecha la película.
"La Matanza de Texas" raya la perfección. Contiene escenas increíblemente difíciles de soportar, como aquella en la que la chica se encuentra en una habitación llena de plumas, y carne cruda, y huesos humanos formando altares, y gallinas enjauladas en habitáculos que se amoldan a su maltrecho cuero... aquella en la que esa misma chica es enganchada en un pincho de carnicero... aquella de la persecución... aquella del abuelo chupando (¡Come, abuelo, come!)...
Y Tobe hooper es más listo que el hambre. Para incomodar, usa y abusa de la enloquecida banda sonora, que incluye el sonido de una sierra mecánica; toma primeros planos de los rostros desencajados de las víctimas, de sus pupilas, de sus mejillas enrojecidas, de su sudor; abre la película con un off de una emisora de radio a la vez que vemos dos cadáveres desfigurados formando una extraña y, a la vez, fascinante escultura; deja a sus personajes sin amparo, tendiéndole trampas tras otras...
No ha perdido vigencia. Sigue poniendo los pelos de punta. Si aún no la has visto, no sé a que esperas.

Mal Gusto (Bad Taste, Peter Jackson, 1987)


La opera prima del neozelandés Peter Jackson (añorado ya, que ahora se dedica hacer películas megalómanas sobre gente hirsuta) se titula "Mal Gusto". Que título más acertado para esta obra que tardó en realizarse tres años. Jackson, una panda de colegas, tres duros y los fines de semana libres.
El argumento es demencial: una panda de extraterrestres vienen a la tierra a convertir nuestros cerebros humanos en apetitosas hamburguesas. Con esta trama y con el título, os podéis hacer una idea de por donde van los derroteros del film: gore cazurro, burro, bien dosificado y con unos dignos efectos especiales, aunque siempre con un encanto eminentemente cutre.
Jackson se divierte a lo lindo destrozando iconos intocables en la cultura australiana, como es esa antológica escena en la que una oveja es reventada de un misilazo, o las caricaturescas apariciones de personajes típicamente "british". Maneja la cámara nerviosamente, emparentando su cine con el cine de Sam Raimi: usa y abusa de la escatología, las vísceras, los golpes de humor salvajes (esa cabeza arrancada junto con la columna vertebral que es lanzada por la ventana al grito de ¡Goooool!,
ese extraterrestre usado para abrir una puerta, el ritual de beber las potas del gran jefe extraterrestre...), la música metalera...
Es una perfecta película para ver con los amigos un sábado por la noche. Pero ojo... los puristas ni os acerquéis a verla. Echareis pestes y no querréis mirar más allá.

Si quereis ver la escena de la oveja, pinchad aquí.

The Blair Witch Project (Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, 1999)




"The Blair Witch Proyect" supuso toda una revolución en el campo del marketing cinematográfico. De hecho, esta película es lo que es, para bien o para mal, gracias a la publicidad. Y digo para bien o para mal por una sencilla razón: vivimos en una sociedad totalmente mediatizada; si sobresaturamos los "mass media" con un determinado producto, llámese película, lavadora, desodorante o, incluso, vaya usted a saber, un revolucionario compuesto tonificante elaborado mediante la mezcla de orina de armadillo y ojos de murciélago, todo el mundo lo consumirá compulsivamente; ya dará igual que estés realmente interesado en el producto en sí; ya dará igual que lo hayas adquirido mediante iniciativa propia; irás a verlo, en nuestro caso, porque TODO el MUNDO habla de él, y si no lo ves no tendrás tema de conversación, serás un bicho raro, un ser galáctico de otro planeta.
Este prólogo viene al caso a raíz de hablar con personas que vieron en su día esta película. Todas las críticas negativas versan sobre lo mismo: no es la película que a mí me vendieron... en la publicidad parecía otra cosa... vaya estafa...
No, señores, no. Estafa, ninguna. No somos tontos, sabemos que la publicidad, muchas veces, es engañosa. Y el que vaya a ver una película llevado por su campaña publicitaria y, después, no le guste, yo le digo sinceramente, que se aguante.
Y vamos con la película en cuestión. Dejémonos de sobadas polémicas al relacionar esta película con la malsana "Holocausto Caníbal". "The Blair Witch Proyect" es un falso documental. Intenta extraer una parte de la realidad, un hecho terrible acaecido a tres jóvenes: a la vez, intentan realizar un documental sobre un mito, una leyenda urbana, una "mujer del saco". Un juego de "documental-dentro-de-documental".
Al intentar dotar a la película de una carga de realidad evidente, los directores, que no tienen ni un pelo de tonto, resuelven formalmente su trabajo: con el uso de la cámara en mano. Que si qué mareo... que si voy a vomitar... ¡pero si es el trabajo de tres adolescentes sin medios! ¿Que pretende el público? ¿Que rueden una superproducción con cámaras ultramodernas con los trípodes más caros del mercado?; con una fotografía granulosa y de mala calidad, unos encuadres difíciles y casi insoportables de aguantar; un sonido directo deficiente, unas interpretaciones improvisadas... todo esto al servicio de una trama funcional e inquietante. Vamos conociendo a los diferentes personajes, no como ellos actúan, sino como los efectos externos actúan sobre ellos. En el momento en el que recuerdas cuando eras pequeño, y no tan pequeño, y te marchabas con los amigos al campo, la película te suelta y no te deja escapar hasta el rotundo, cruel y escalofriante final.
Los mecanismos del terror usados en esta película son inteligentísimos, de una imaginación maquiavélica: ruidos extraños en cuarto o quinto plano en el silencio de la noche... un puñado de piedras situadas estratégicamente, enfrentadas a las tiendas de campaña, las risas de unos niños... sus huellas sobre un caserón abandonado... unos diabólicos signos colgando de los árboles...
De verdad que esta película no ha sido correctamente comprendida. Mal vendida, no debería haber pasado del circuito de salas, a veces despectivamente llamadas, de "arte y ensayo". Porque no estamos ante un "Se lo que hicisteis el ultimo viernes trece del verano azul", ni ante un "leyendas urbanas chachis III". Estamos ante un ejercicio de estilo, primero, y un tratado inteligentísimo sobre nuestro miedo más profundo, universal e inherente a la condición humana: el miedo al "horror vacui", a la nada, a la oscuridad ( de ahí la inteligente ausencia de sangre y visceras). Es, en definitiva, una de las obras que mejor definen lo que es el miedo en estado puro. Y el que no lo ve es, sencillamente, porque esta ciego.