martes, noviembre 20, 2007

Sick Nurses

He de reconocer que no soy muy ducho en pillar a la primera películas de argumento medianamente enrevesado. No relaciono nombres con caras, se me olvidan los propios nombres…incluso las caras… Pero lo cortés no quita lo valiente, y hay veces en que mi inoperancia a la hora de enhebrar argumentos de retruécano se enfrenta a películas cuyo ¿argumento? pretende ser una historia medianamente lineal y no algo que entronca con el surrealismo o con la obra de directores arriesgados como David Lynch. Sick Nurses es una película tailandesa en la que el guión se asemeja a lo que uno se le puede pasar por la cabeza borracho y ve a una chica con el pelo largo y vestida de blanco: entre el calentón y las luces estroboscópicas y de colores nos podemos sumergir en una típica historia de fantasmas en las que aparecen fetos volando, sabanas tendidas en el jardín de un hospital, embarazadas putones, bulímicas a las que el gato se le come la lengua, literalmente, y mucho pelo, mucho mucho pelo. Ya sabemos de la querencia del cine oriental al elemento capilar: aquí van más allá. La villana-espíritu, una especie de locomía adicta al vinilo con el pelazo de Tino Casal usa su pelo para poseer a un grupo de enfermeras que, ojo al dato, están más buenas que el pan y que en el pasado hicieron una cosa horrorosa: matar a una compañera porque se tiraba al médico galán. Entre medias, venta de cadaveres, regalos a tutiplén a todas las enfermeras…si piensan que todo esto no tiene ni pies ni cabeza, están en lo cierto.

Sick Nurses es disfrutable por su bella fotografía, por esos momentos de inusitada belleza, como el cuerpo ahogado en la pecera, pero ahoga todo su potencial al pretender innovar el género de fantasmas clásico con un críptico ‘’argumento’’ que ni el director harto de anfetaminas entendería. Si a todo este desaguisado le añadimos un oscuro caso de transexualidad, escenas homoeróticas en la ducha, y pasajes interminables de tailandesas vomitando para estar esbeltas y pelos, y más pelos, y más pelos… Sólo y estrictamente recomendado para ávidos buscadores de rarezas, bien filmadas, peor contadas y con dos o tres destellos gore.

miércoles, noviembre 07, 2007

Irina Palm


Siempre se ha dicho que cualquier madre daría la vida por su hijo. Si así es, que no lo pongo en duda, ¿Qué no daría la abuela por su nieto, habiéndo engendrado a la que, posteriormente, diera a luz a la pequeña criatura? Situaciones desesperadas precisan de medidas desesperadas: una familia que tiene sólo para el día a día no puede mandar a su hijo moribundo a Australia para que lo curen. Tienen que quedarse mirandolo morir, maldiciendo día tras día el hecho de no haber nacido entre koalas y canguros y sobrepoblación de conejos. La abuela comienza a buscar trabajo. Es una mujer que aún conserva un poco de ese atractivo animal que a buen seguro tuvo en vilo a muchos hombres, el brillo en la mirada de la mujer decidida y obstinada, que ha vivido a la sombra de su difunto, e infiel, marido y que decide tomar las riendas de la vida de su nieto y, de paso, encontrar el fin mismo de la suya de la más retorcida de las maneras. Da con sus huesos en un local de espectáculos eróticos, regentado por Miki, un emigrante entrado en años que le informa de que allí tendrá, nada más y nada menos, que masturbar a los clientes a través del denominado ‘glory hole’: un agujero practicado en la pared por el que se introduce el miembro. Al otro lado se apoltrona día tras día la abuela, al principio asqueada pero con la imagen de su nieto enfermo en la cabeza.
Da gusto asomarse de vez en cuando a películas como “Irina Palm”, películas imperfectas donde las buenas intenciones acaban por erigirse como verdadera razón de ser, de esas que se ven con una amplia sonrisa en la boca. Marianne Faithful está esplendida en el papel de la abuela coraje que, sin ser curandera, sanará al pequeño a través de sus manos. La película de Sam Garbarski plantea algo arriesgadísimo en estos tiempos de corrección política: que una persona pueda encontrar su dignidad, su sitio y la aceptación en un mundo como la prostitución (muy matizada: no es lo mismo hacer la calle que hacer pajas a través de un agujero en una pared). Maggie, la abuela, se siente importante, se saca sus perrillas y, de paso, realiza el viaje inverso que algún día, hará su pequeño nieto: cuando su vida entronca la recta final, en una Inglaterra gris y fría, regala su dignidad para encontrarla magnificada; encuentra el amor en medio de lubricantes e hileras de pervertidos; sonríe como una adolescente entre musica trance y strippers de medio pelo. Comienza, simplemente, a vivir como debería haberlo hecho hace mucho tiempo. Feliz.



fecha de estreno en españa: 14 de diciembre