martes, diciembre 18, 2007

Jack Ketchum's The Girl Next Door


Es tremendamente difícil intentar poner en pie un comentario crítico acerca de una película como "The Girl Next Door". Y es complicado, en tanto en cuanto que verla supone un suplicio, una tortura, una experiencia radical que va más allá de muchos del cine extremo. ¿La recomendaría? no. Nunca. ¿La volvería a ver? Creo que no. Jamás. Entonces, ¿por qué estás aquí, ahora, intentando configurar en palabras un articulo de algo que quieres olvidar para siempre y no volver a recordar? precisamente para eso, para desligarla de mi, porque no bastan mil duchas ni cuatro caricias reconfortantes que te sacudan los malos sentimientos que se agolpan tras verla.
"The Girl Next Door" es una adaptación por partida doble: es traslación en imágenes de la célebre novela de Jack Ketchum del mismo título, que a su vez narraba los hechos (reales) que ocurrieron en el estado de Indiana durante la canícula de 1965. Un matrimonio feriante deja a sus dos hijas pequeñas, una de ellas con una pequeña minusvalía en la pierna, al cuidado de Gertrude Baniszweski, una ama de casa viuda, de 37 años aparentando más de 50, amoral y sociópata. Comienza a sentir un odio furibundo contra una de ellas, la mayor, Sylvia. La culpa de todas sus desgracias. Para entretenerse, invita a los niños del barrio a que fumen y beban cerveza con ella. Un día, de los insultos pasa a los golpes. Y luego a encerrarla en un sótano. Luego los chicos se unen al juego, y durante tres meses la torturaron hasta la muerte, en el que es el caso de violencia física más cruento acaecido nunca en Indiana.
Dicho esto, que sobre papel, o más bien monitor, suena terrible, imagínenlo trasladado a un bucólico suburbio de los Estados Unidos, con una fotografía deliciosa y una banda sonora nostálgica y emotiva. Intenten visualizar el reverso tenebroso de "Las Vírgenes Suicidas", y aún andarán a años luz. "The Girl Next Door" está rodada de un modo impecable: es sutil y elegante, aunque le sobren un par de cámaras lentas. No se recrea en la violencia y es demoledora en su tramo final. No hace concesiones a la galería. Carece de un final feliz que llevarse a la boca. ¿Qué ha motivado su estreno? ¿Quién ha tenido el valor suficiente para financiar este pedazo de infierno hecho celuloide? Y, lo más importante, ¿con qué motivos? Gregory Wilson, el director de la película, ha vomitado una elegante pieza de tortura no explícita, una historia desarmante que acompañará a aquel que la vea durante días. Porque es muy triste hacer este viaje sabiendo que todo lo que se ve en la pantalla ocurrió un día en la realidad.
Es muy difícil hacer un comentario crítico de esta película. Plasma como pocas hasta donde puede llegar la barbarie del ser humano, y la acerca tanto porque nos la muestra de puertas adentro, en una misma familia. Nada de barbaries de la guerra, asesinos en serie tremendistas, terroristas integristas o sectas autodestructivas. "The Girl Next Door" duele porque todos hemos tenido una vecina guapa, unos amigos que maltrataban a los animales, y nos hemos criado en un barrio. Es violencia real, física, que huele y duele. Manténganse alejados de ella. Y si se atreven a verla, que sea bajo propia cuenta y riesgo.