Flores Para Algernon (Daniel Keyes)
Flores para Algernon te llega muy dentro. Sabe donde tocar, donde llegar, como remover las conciencias ajenas, como convertir una aparentemente sencilla obra de "medicina - ficción" en todo un tratado sobre la tolerancia y el afán superador que aún mantienen algunas personas.
La trama es sencilla, clara y cristalina como los sentimientos de Charlie, un retrasado mental de 32 años que se somete a una operación quirúrgica con el objetivo de ver incrementado su CI (Coeficiente Intelectual).
Está escrita en primera persona: Charlie va desgranando en los llamados "Informes de progresos" retazos de su vida y su experiencia con las personas y el ambiente que le rodea. Desde el primer informe, Keyes sabe llevarte a su terreno (era un experto en el trato con personas disminuidas) y sufres un proceso de empatía con el personaje del que dificilmente te llegas a desprender. La ingenuidad del personaje, solo atachable a su defecto psíquico, nos hace ver el mundo despojado de toda maldad, lo que confiere al relato un patetismo añadido. Keyes apoya su relato en un maravilloso elenco de personajes secundarios, entre los que destaca el propio Algernon, rata de laboratorio, con la que Charlie mantendrá una amistad que va más allá del mero interés científico: se trata, sin duda, del espejo, un tanto deformado si se quiere, en el que el protagonista necesita contemplarse.
Emociona. No se lee, se devora. Difícilmente encontrareis un libro en el que se refleje el pensamiento de una persona "normal" de una manera contundente. Además, la prosa de Keyes es fluida y enormemente inteligente: para los informes "pre-operación", cuando Charlie aún no posee esa gran inteligencia que adquirirá posteriormente, se usan deliberadamente faltas de ortografía, errores de sintaxis, signos de puntuación que aparecen y desaparecen por arte de birlibirloque... para después, y de una manera continuada y sin sobresaltos, ir desapareciendo para dar paso a la escritura que se corresponde con el nuevo Charlie.
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