lunes, enero 04, 2010

I Sell The Dead (2008)



Es genial cuando uno se dispone a ver una película de la que no espera nada, y no solo le da más, sino que acaba convirtiéndose en una pequeña joyita, imperfecta, modesta y, lo mejor de todo, hecha por gente que le tiene al género de terror un cariño infinito. Si durante este año ya veíamos "Trick or Treat", que ahondaba y prorrogaba el legado de las películas de terror juveniles de la década de los 80, con "I Sell The Dead" se homenajea a la serie B de Roger Corman, la saga de Evil Dead y los seriales y cómics de terror de los años cincuenta de la EC Comics (los de "Cuentos desde la Cripta"), todo ello adentrándose en la comedia.
La historia es sencilla y se nos cuenta a través de una confesión en forma de flashback: la que relata el ladrón de cadáveres (tema recurrente durante la época del cine dorado de terror añejo) Arthur Blake (Dominic Monaghan) al sacerdote Duffy (interpretado por el siempre maravilloso Ron Perlman), justo después de que el compañero de tropelías de aquel, Willie Grimes (Larry Fessenden) haya sido ajusticiado mediante la guillotina. Arthur intenta convencer al padre de su inocencia, no tanto como espoleador de tumbas sino como asesino: su oficio lo aprendió desde pequeño, de la mano de Willie, trabajando para un científico loco interpretado por el venerable Angus Scrimm (el inolvidable Hombre Alto de la saga Phantasma). Ven como su negocio se puede ampliar mediante la 'adquisición' de 'cadaveres inusuales' y, a la vez, ven como se enfrentan a una temible banda que les hace la competencia, la familia Murphy (con un trío de villanos de antología). Y hasta aquí podemos leer.
Todo en esta película está cuidado con mimo: las continuas referencias al cómic, el cuidado y detallado diseño de producción, los diálogos que se van produciendo sin descanso y que, lejos de aturrullar, hacen que la acción avance a un modo frenético... Se nota que Glenn McQuaid es un gran aficionado al género y que su única intención es la de ofrecer un espectáculo digno, conciso (la película se alarga poco más de los setenta minutos) y que incluso se puede disfrutar con toda la familia. Si acaso se le podía haber sacado más partido al trío de villanos, pero es pecata minuta para un entretenimiento dignísimo que pasa como un suspiro y deja con ganas de más.

The Echo (2009)



Nunca antes se había producido este furor que llevamos, de cinco años para atrás, en lo que concierne a remakes. El norteamericano medio parece ser tan vago (o seo creen los que mandan en la industria del cine) que se niega a leer subtítulos, y prefiere gastarse una pasta en 'americanizar' el éxito europeo/asiático del momento. Los ha habido, principalmente, de dos clases: los que superaban ampliamente el original ("The Ring") y los que entraban en el territorio de la vergüenza ajena (aquel engendro llamado ''Pulse'', basado en la exquisita "Kaïro" de Kiyoshi Kurosawa). Pues bien, esta "The Echo" pasa a quedarse en territorio de nadie: ni se le puede sacar la gracia poniéndola a parir, ni se nos ponen los pelos como escarpias al ver que, hijosdeputa, estos americanos lo han vuelto a hacer.
"The Echo" está basada en una película de Singapur llamada "Sigaw". Una historia de fantasmas, típica y tópica, de esas en las que unos cuantos espíritus se quedan en el limbo y alguien tiene que ayudarlos. No tengo ni la más remota idea de por qué se llevó a cabo el remake: como ya he dicho antes, la historia está sobada y aporta ''0'', la nada más absoluta. Pero nada: aquí la tienen de nuevo. ¿Puntos a favor? La fotografía no está nada mal; las intenciones de querer ir construyendo poco a poco el suspense en base a elementos cotidianos como son los ruidos a través de las paredes, los vecinos inquietantes con los que no se tiene relación... Pero nada de esto funciona si está al servicio de un esqueleto argumental que, aún siendo flaco, adolece de tener más cabos sueltos que el golpe de estado español.
"The Echo" habrá ido a engrosar, directamente, las estanterías del mercado del DVD, y ni por esas el director (el mismo que perpetró la anterior), Yam Laranas, ha cargado las tintas en algún arrebato de violencia extrema y se queda en una tontería rayana en "Poltergeist", pero que, encima, no entretiene ni un tercio de lo que aquella.