miércoles, febrero 07, 2007

El Cine de David Cronenberg (III)


Poco a poco se interesa por los aspectos más prácticos del medio, empieza a leer revistas técnicas que le familiarizan con los términos que hasta entonces desconocía y frecuenta la Toronto Film Society. En 1966 ya está preparado para rodar su primer cortometraje en 16mm. Escribir Transfer no le supuso ninguna dificultad, lo duro vino con la puesta en práctica del hecho cinematográfico; él mismo se ocupó del trabajo de dirección, de cámara y de montaje. En total, una inversión de $300. La anécdota a contar se dispone en un paisaje nevado: alrededor de una mesa preparada para el almuerzo se desarrolla una singular relación de dependencia de un paciente con su psiquiatra. No hay lugar para la lógica.

La experiencia se traduce como algo muy excitante, a la vez que frustrante cuando descubre la dificultad de poner en imágenes lo que pulula por su cabeza. En el 67 se fecha se segundo corto, From the Drain. Durante un cuarto de hora y en 16mm., dos hombres completamente vestidos y acomodados en una bañera, hablan sobre una guerra bacteriológica que ha tenido lugar en ese futuro. Finalmente, una planta mutante animada con la técnica del stop-motion, trepa por el desagüe y estrangula a uno de ellos, veterano de la guerra; el otro, un agente secreto, coloca sus zapatos en un armario que alberga el calzado de otras personas, muertas como víctimas de un complot gubernamental para acabar con los veteranos de guerra.

Los dos cortos fueron donados a la Universidad de Toronto, en la que Cronenberg se graduó en Lengua y Literatura Inglesa en 1967.

En 1969, solicita una subvención para hacer una película al Consejo de las Artes de Canadá, pero a finales de los 60 todavía no existe una categoría de ayuda al cine (a partir del año siguiente se considerará) y Cronenberg se ve obligado a venderles un proyecto de novela, por el que recibe $3.500, toda una fortuna para el joven artista, que se hace con una Arriflex de 35mm. Para rodar Stereo. El guión se desarrolla en un tiempo futuro, cuando la Academia Canadiense para la Investigación Erótica pone en práctica las teorías de un parapsicólogo (interpretado por el propio Cronenberg), sometiendo a siete jóvenes adultos a una forma de neurocirugía que les hace perder el habla, desarrollando su potencial para comunicarse telepáticamente; una función que se pretende definitiva para “poder derribar los muros de la inhibición social”. Se mantiene que el éxtasis sexual es el punto en que la sensibilidad telepática alcanza su grado súmum, con lo que los cobayos son excitados con todo tipo de drogas, afrodisíacos y orgías. Su estado mental, sin embargo, se les hace insoportable, y provoca situaciones violentas entre ellos, por lo que deberán ser aislados, llegando algunos a suicidarse.

Cronenberg se responsabiliza del guión, que en realidad iba inventando a medida que la película se realizaba; de la fotografía en blanco y negro, de la dirección, producción y montaje, e incluso colabora en la parte dramática con el papelito del doctor Stringfellow, el hombre que plantea las teorías telepáticas. El hecho de rodar en 35mm. Era toda una tentación para un cineasta underground acostumbrado al super 8 y al 16, y ante la dificultad, por cuestiones monetarias, de filmar en 16 con el sonido sincronizado o hacerlo en 35 con el sonido fuera de sitio, Cronenberg se decantó por la segunda opción, mucho más interesado en experimentar con un nuevo método que en hallar la fusión entre técnica y contenido.

Su siguiente largo es Crimes of the Future en 1970, para el que recibe una subvención de $15.000 del Canadian Film Development Corporation. De nuevo en una época futura, unos productos cosméticos, fabricados por el dermatólogo loco Antoine Rouge (de nuevo Cronenberg), han provocado una enfermedad conocida como “mal de rouge”, acabando con la vida de millones de mujeres adultas. Rouge ha desaparecido, y ahora su principal discípulo, Adrian Tripod (Ronald Mlodzik), debe buscar una solución. Mientras algunos machos empiezan a desarrollar nuevos órganos sin función aparente, Tripod se une a un grupo de pedófilos heterosexuales, que pretenden fecundar a una pequeña niña. La cría es raptada y Tripod es el escogido para inseminarla, pero cuando está cerca de ella siente la presencia de su maestro desaparecido...

Cronenberg habla de una fusión psíquica de los sexos. La idea de un hombre reencarnado en mujer, pero consciente de su pasado como hombre, es la metáfora de una regresión a la infancia, cuando las diferencias entre sexos no existen más allá de las manipulaciones adultas y las convenciones externas. “En Crimes of the Future quise hablar de un mundo sin mujeres, dónde los hombres se ven obligados a absorber la feminidad del planeta, porque la dualidad y el equilibrio son necesarios”.

Los dos primeros largos de Cronenberg nunca fueron distribuidos internacionalmente y, por su difícil localización en vídeo, siguen siendo las perlas más apetitosas para los incondicionales del director.

No hay comentarios: